El Gobierno de México Entrega a sus Propios Hombres: Traición, Miedo y Sumisión ante Estados Unidos
El gobierno de México extraditó a presuntos narcotraficantes a EE.UU., donde enfrentarán la pena de muerte, en un acto de sumisión y traición para quedar bien con Trump. Esta acción rompe pactos previos y busca sembrar el miedo dentro del crimen organizado.
2/28/20253 min read


El reciente traslado de presuntos narcotraficantes a Estados Unidos no es un acto de justicia ni de cooperación internacional. Es una traición. Es una clara señal de que el gobierno de México está dispuesto a entregar a sus propios hombres con tal de congraciarse con Washington y, en particular, con Donald Trump, quien ha dejado en claro su postura de mano dura contra el crimen organizado en México.
La realidad es brutal: los hombres extraditados enfrentan la pena de muerte en suelo estadounidense. Y el gobierno de México lo sabe. No es una cuestión de combatir el crimen, ni de colaborar en la lucha contra el narcotráfico, sino de enviar un mensaje de miedo y sumisión. Se están usando estas extradiciones como una amenaza directa para pactar el silencio de Ismael “El Mayo” Zambada y de otros actores clave dentro del narcotráfico. Un recordatorio de que, si no se alinean con los nuevos intereses en juego, su destino será el mismo: la muerte en el extranjero, lejos de su tierra, lejos de cualquier posible negociación.
Un Pacto Roto: La Traición del Gobierno de México
El Estado mexicano ha tenido, desde hace años, acuerdos con distintas organizaciones criminales. No es un secreto. Estos acuerdos han sido la base de la gobernabilidad en varias regiones del país, donde la autoridad formal es débil o inexistente. Pero este último movimiento demuestra que el gobierno está dispuesto a romper esos pactos cuando le conviene, traicionando a quienes alguna vez protegió.
¿Qué mensaje envía esto a quienes aún están dentro de la estructura criminal? Que nadie está seguro. Que el gobierno puede volverse en su contra en cualquier momento si el costo político lo amerita. Que la lealtad es una ilusión cuando la presión de Estados Unidos entra en juego.
La Sumisión a Trump: ¿Soberanía o Vasallaje?
Es imposible no notar que este movimiento ocurre en un contexto político específico. Donald Trump, quien ha hecho del discurso antimexicano una de sus principales banderas, ha vuelto a presionar a México para que haga su “parte” en la lucha contra el crimen organizado. Y el gobierno mexicano, en lugar de resistir, en lugar de exigir respeto y soberanía, simplemente entrega a los suyos.
No es una cuestión de justicia. Es una estrategia de sometimiento. México está vendiendo su patria, entregando a sus ciudadanos para que sean ejecutados en el extranjero y, con ello, mostrando al mundo su incapacidad para enfrentar la violencia y el crimen con sus propios medios.
Este acto, lejos de fortalecer la seguridad en México, siembra la duda entre la población. ¿Estamos preparados para enfrentar el crimen? ¿O simplemente dependemos de Estados Unidos para que haga el trabajo sucio?
La Inseguridad No Se Combate con Sumisión
Este tipo de acciones no solo generan un ambiente de incertidumbre y desconfianza, sino que también afectan la estabilidad política y social del país. Al entregar a estas personas, el gobierno no está eliminando el problema del narcotráfico. Solo está cambiando las reglas del juego, generando más caos y provocando una reacción que, eventualmente, cobrará factura.
La historia nos ha demostrado que cada vez que el Estado mexicano traiciona a una facción del crimen organizado, la violencia se intensifica. Si este es el camino que han elegido, deben estar preparados para las consecuencias. Porque la verdadera inseguridad no se combate con sumisión, sino con un plan real y efectivo, algo que hasta ahora no han demostrado tener.
El gobierno de México no está actuando en defensa del pueblo. Está actuando en defensa de sus propios intereses políticos, usando a estos hombres como fichas de cambio en una negociación que, al final, solo beneficia a quienes están en el poder. Y mientras tanto, la ciudadanía sigue pagando el precio de su cobardía y su falta de rumbo.